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Los docentes más inspiradores

martes 18 de abril de 2023 - 08:38 GMT+0000

Montaje para le artículo sobre los mejores docentes

Todos hemos tenido profesores y profesoras que nos han marcado para siempre. Docentes que nos inspiraron, con quienes hemos conectado y a quienes les debemos mucho. Antes se trataba de una percepción subjetiva que no iba a ningún lado, más allá de nuestro cariño y consideración eterna; mientras que desde hace algunos años, las universidades se han dotado de una herramienta de medición de calidad, el programa Docentia, que permite evaluar el desempeño docente y, así, valorar el proceso de enseñanza y aprendizaje, eje central de las universidades, que quizá se haya visto relegado a segundo plano en los últimos tiempos, ante el peso de la investigación. 

El Programa de Apoyo para la Evaluación de la Actividad Docente del Profesorado Universitario, Docentia,  fue creado por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) en 2007. Se trata de un sistema triangular: el alumnado evalúa a su profesorado, el propio docente realiza un autoinforme sobre su actividad, y, también, el departamento emite su opinión acerca de la persona evaluada. Con estos tres parámetros el profesor o profesora obtiene una clasificación final: excelente, muy favorable, favorable o desfavorable.

Foto de grupo de algunos de los docentes entrevistados en la primera tandaEl modelo contempla una evaluación obligatoria para todo el profesorado con vinculación permanente y otra optativa para quienes no la tienen. La idea en esta institución es que cada cinco años el personal docente haya sido evaluado a través de este modelo, que ha ido mejorándose en sucesivas ediciones y que está concebido como una herramienta de reflexión cooperativa y dinámica, al tiempo que basada en evidencias.

La continua revisión y mejora del programa ha llevado a la Universidad de La Laguna a someter su última versión del modelo DOCENTIA ULL a evaluación de la ANECA, que ha certificado su diseño y actualmente se encuentra en proceso para la certificación del modelo que acredite su solvencia. 

La irrupción de la pandemia puso en evidencia lo que ya sabíamos: que las TIC son una de las grandes aliadas en el proceso de enseñanza y aprendizaje y, también, y sin entrar en ningún tipo de contradicciones, que la fortaleza del sistema presencial es incuestionable. Por eso, el modelo evaluador es cada vez más cualitativo, con mayor reflejo del impacto en el aula, y menos procedimental. 

El objetivo es deslizar el sistema de enseñanza y aprendizaje hacia un nuevo escenario que ponga al estudiante en el centro del ecosistema, con mayor presencia de metodologías activas en el aula y atención más personalizada al alumnado. El DOCENTIA-ULL propone una evaluación alineada con la calidad docente, potenciando cuestiones como la formación continua del propio profesorado, su participación en proyectos de innovación con evaluación externa, el manejo de competencias digitales o el uso en el aula del aprendizaje por servicio, por ejemplo. El cambio es sustancial y no puede hacerse de un día para otro, por eso en este curso se ha mantenido la versión transitoria del programa de evaluación del modelo anterior, de tal modo que el profesor pudiera realizar una transición gradual hacia el actual DOCENTIA-ULL, más reflexivo y diverso.

Foto de grupo de algunos de los docentes entrevistados en la segunda tandaProfesorado excelente

El nuevo modelo evaluador recoge la valoración de excelente, prevista para el profesorado que haya obtenido dentro de la categoría de muy favorable (más de 80) una puntuación superior a 9. 

En este último caso figuran 39 docentes de la Universidad de La Laguna, 15 de los cuales han decidido presentarse voluntariamente a esta evaluación, en la que participan expertos externos para conseguir el reconocimiento, que abre la puerta a algunas ventajas como la estimación en la concesión de premios en los concursos para acceder a la condición de profesor honorario y emérito, la valoración positiva en la financiación variable de departamentos y centros o su inclusión como criterio de prelación para el acceso a plazas de profesorado, entre otras posibilidades.

Nos resulta imposible hablar con todos ellos y ellas, así que hemos seleccionado tan solo a los de mayor calificación dentro de cada una de las disciplinas que han superado la criba del 9. No será casualidad: son todos docentes inspiradores, muy cercanos a su alumnado, que usan ejemplos del día a día para hacer reflexionar a los estudiantes, que favorecen la participación en el aula y que se apoyan en su gran trayectoria investigadora para hacer de sus clases un momento de deleite.

Esperanza Ceballos Vacas: el disfrute de la docencia 

La actual decana de la Facultad de Educación está especializada en Investigación Educativa y  Evaluación y, en cuanto a contenido, a las relaciones y conflictos familia-escuela y a la perspectiva de género en educación. Cree que el alumnado nota que ama la docencia: “Me dicen que siempre estoy contenta en clase, y es que realmente me lo paso bien. Me gusta el contacto con el alumnado e ir construyendo el conocimiento con él”. 

Además, se esfuerza por tener un trato cercano con sus estudiantes, aprendiendo sus nombres y haciéndoles ver que ya saben cosas y, por tanto, solo tienen que interconectar su bagaje con lo aprendido en la universidad. “Aunque la respuesta que me den no sea correcta, intento sacarle valor porque si le haces ver que ha cometido un error, se va a retraer; intento ver qué parte se puede reaprovechar para reforzar a la persona”. La docente aboga igualmente por la “evaluación auténtica”: realizar lo más parecido a las tareas profesionales que tendrían que ejecutar en el mundo real.

Ceballos valora su labor como investigadora y su bagaje profesional anterior como fuente para extraer ejemplos útiles: “Las teorías se pueden olvidar, pero las anécdotas se pueden recordar mejor y ayudan a recordar esas teorías. Lo que se aprende de memoria se olvida y en la vida profesional nadie te lo exige porque todo está en los manuales. Lo importante es la aplicación y resolución de problemas”. Por ello, en 25 años de docencia, su metodología ha ido evolucionando: “He aprendido con reflexión y dándome bofetadas hasta llegar al modelo en el que estoy ahora”.

Mirian González Afonso: seguimiento pormenorizado

Con más de veinte años de experiencia, esta profesora contratada doctora se presenta a su primer sexenio de investigación. Da clases sobre organización escolar, inclusión, atención a la diversidad y sobre asesoramiento familiar en el ámbito de la orientación educativa. En el aula lleva a cabo una atención personalizada del alumnado, no solo como docente, sino que hace las veces de tutora académica, desarrollando seguimiento y aportándole la información que necesitan para su trayectoria académica. 

Aplica un enfoque de evaluación formativa, de tal forma que los estudiantes reciben retroalimentación sobre su proceso de aprendizaje. Este seguimiento pormenorizado de su más de centenar de alumnos es la clave de su éxito, con evaluaciones individuales y grupales. “Cuanto más te dedicas a la docencia, más difícil es atender a todos los requisitos de los baremos en el ámbitos de investigación”.

La profesora explica que intenta mostrar que lo que están aprendiendo en el aula lo van a utilizar en la vida profesional. En el Máster de Formación del  Profesorado, de carácter profesionalizante, resulta más sencillo, pero también lo aborda en el grado. Revisa todos los materiales año a año, y cambia lo que no le sirve a los estudiantes. No ha variado la importancia que da a la planificación de la docencia, su enfoque de la evaluación y su forma de dar la enseñanza, pero sí la  metodología, ahora muy centrada en el alumnado. Les pregunta a sus estudiantes en una encuesta anónima si debe seguir encargándose de las tres asignaturas del Máster y, año tras año, todos le dicen que sí.

Karina Elvira Rodríguez Espinoza: que el alumnado crea en sí mismo

Esta experta en química industrial, reaprovechamiento de residuos y economía circular imparte asignaturas relacionadas con esas materias en los grados en Ingeniería Química y en Ciencias Ambientales. Sus estudiantes le dicen que notan que le gusta lo que imparte y eso les motiva. Su “secreto” es utilizar nuevas metodologías, vídeos, visitar algunas instalaciones industriales, dar muchos ejemplos y generar debates para compensar que sus asignaturas son muy teóricas. “Les intento motivar para que crean en ellos mismos, porque llegan con miedo y yo les digo que si están ahí sentados, es porque se han ganado el puesto”.

Rodríguez Espinoza explica que trata de estudiar las personalidades de sus estudiantes y demostrarles que le interesa lo que ellos tengan que decir. Su experiencia investigadora también le sirve para reforzar ese nexo con el alumnado: “A veces damos la clase en mi laboratorio o les llevo cosas al aula para que puedan ver, tocar, percibir de otra manera”. Sin embargo, reconoce que conciliar la investigación y la mejora en las competencias docentes puede resultar complicado. 

Pese a que solamente lleva cinco años dando clases, la docente está continuamente reciclándose mediante los cursos de formación de profesorado. Cree en la “evaluación formativa”, mediante la cual el alumnado va recibiendo información constante sobre su progreso en una tarea, sin llegar a ponerle nota, de tal modo que se le facilita corregir sus errores. Otra clave que apunta es la adaptación: “los estudiantes van cambiando y tú tienes que ir cambiando con ellos: las mismas cosas no te funcionan con unos y otros”.

Laura Aguilera Ávila: romper con lo estricto de lo universitario

Especializada en trabajo social feminista, promoción de la igualdad de género y disminución de las desigualdades, imparte docencia en el Grado en Trabajo Social y varios másteres . “Mi forma de dar clases y de relacionarme con los estudiantes les hace ver que no es tan duro. Intento romper con lo estricto de lo universitario y ser flexible, sin que ello signifique que vaya a ser más fácil”. 

Aguilera explica que la teoría de género suscita interés entre su alumnado, por lo que desde Primero la introduce de manera transversal y la desarrolla en asignaturas más avanzadas. “Es una materia interesante y trato de que lo sea más al relacionarla con el día a día”, explica. “Si les hablo de la Revolución Industrial como momento de inicio del trabajo social, lo conecto con la crisis actual”, detalla. “Para lograr que relacionen los contenidos con su día a día les aconsejo que estén conectadas con la realidad, que lean la prensa y salgan de su burbuja. Les pregunto especialmente por noticias económicas, para que de ahí salgan las cuestiones que van a tener que abordar”. 

Al igual que muchas de las personas entrevistadas, coincide en que la investigación forma parte activa de su docencia. “Tengo la suerte de investigar sobre la misma materia que imparto, y muchos ejemplos que uso parten de ahí. Para mí es muy útil”. Lleva once años dando clases y ha mantenido la misma línea de docencia. “Intento reproducir lo que a mí me gustaba: que me hicieran pensar y participar. Además, hago evaluación continua desde hace tiempo”.

Israel García Alonso: aprender a desarrollar una profesión

Centra su interés académico en la didáctica de las matemáticas para desarrollar las competencias del personal docente de una materia que, en ocasiones, puede ser muy compleja de transmitir.  En sus clases trata de que el alumnado elabore actividades centradas en el desarrollo del currículo y el aprendizaje pero, sobre todo, que cambien la mirada y pasen de pensar en ellos mismos como estudiantes para comenzar a considerarse profesores. 

Con técnicas como la clase invertida, trata de convertir el aula en un entorno práctico en el cual pide que el alumnado reevalúe todo lo aprendido a través de equipos cooperativos, y realiza una evaluación semanal que aporta feedback sobre su rendimiento y les permite que se vayan ajustando. También fomenta los grupos de trabajo, que crean una interrelación positiva entre sus componentes porque García Alonso procura que todos dependan entre sí.

De su investigación extrae cuáles son las principales dificultades de aprendizaje del alumnado de matemáticas y las lleva al aula universitaria para analizarlas. Por otro lado, cree que la innovación también es importante y su docencia es producto de varios proyectos que ha ido desarrollando y consolidando. También valora sus dos décadas previas como profesor en Educación Secundaria, una experiencia que aprovecha en su docencia, aunque con cambios: “He tenido que adaptar la docencia que practicaba en mi trayectoria anterior porque con las 130 personas a las que doy clase ahora , las estrategias empleadas y la evaluación continua han tenido que cambiar”. 

Carmen Inés Ruiz de la Rosa: valorando la aplicación del conocimiento

Está especializada en cálculo de costes y, especialmente, emprendimiento, un tipo de contenido que imparte “de manera transversal” porque actualmente no hay ninguna asignatura en la Universidad de La Laguna específica sobre él. Ya sea porque pida a su alumnado que calcule costes, elabore una planificación o utilice el emprendimiento para desarrollar el contenido de la asignatura, trata de que en sus materias haya aplicación práctica de lo estudiado y que se aprecie “la utilidad de la herramienta”.

Ese enfoque práctico sin perder el rigor teórico cree que es lo que le ha granjeado su buena evaluación. “El alumnado que tenemos ahora es cortoplacista, diferente al de hace diez años, ni  mejor ni peor, pero quiere ver desde el primer momento que lo que está estudiado tiene aplicación, y tenemos que adaptarnos”. Además, considera necesario asumir que “el docente no es la persona que lo sabe todo y por eso hay que empoderar a los estudiantes, que ellos y ellas se sientan escuchados”. 

Nuevamente, la docente conecta su investigación y su experiencia previa en la empresa privada con su docencia, pues le permite hacer ver al alumnado los contenidos abstractos teóricos en situaciones reales. También señala que la universidad permite al profesorado innovar. “Y lo debemos hacer, porque el alumnado ha cambiado y el rol del docente también. Intento hacer cosas diferentes, lo que tiene un gran coste de tiempo, pero compensa porque los estudiantes responden”.

Lucía Dans Álvarez de Sotomayor: la docencia “antisísmica”

Es profesora de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social y cree que su alumnado valora que imparta una “docencia antisísmica”, es decir, centrada en el esqueleto de la materia. “En la legislación siempre va a haber muchos cambios, por eso es importante tener claro aquello que es básico, la estructura, porque las novedades pueden cambiar según el legislador y la normativa, pero es necesario comprender lo básico para que todo lo que venga después lo puedan integrar mejor”.

Es consciente de que el abanico de estudiantes es muy variado, por lo que la única estrategia que sigue es “adaptar el discurso sin rebajar la calidad”. Imparte clases desde 2007 y ha hecho cambios en su docencia no tanto en función de las novedades metodológicas, sino en la propia evolución del alumnado: “Necesitan lo visual. Les cuesta mantener la atención durante mucho tiempo, y he tenido que reinventarme para suscitar esa atención. Los recursos audiovisuales han sustituido de cierto modo a la bibliografía escrita, lo cual no es del todo bueno porque leen menos, se cansan más de estudiar mucha materia, necesitan mensajes cortos y rápidos. No es que carezcan de esa capacidad, sino que la han dejado de ejercitar”.

Por ello, si bien sigue basándose en el modelo de clase magistral clásica, introduce elementos visuales, PowerPoint, videos, tormentas de ideas, Kahoot y también visitas a juzgados o asesorías para así observar situaciones reales.

Albano González

Foto: cedida.

Albano J. González Fernández: especial atención al alumnado de Primero

Este especialista en la relación entre física y computación imparte docencia en Ingeniería Informática y en el Máster de Energías Renovables. Es consciente de que las asignaturas de primer curso son delicadas por el cambio que supone para el nuevo alumnado. “Hay que ser bastante cuidadosos en ayudarles en la transición sin perder el nivel y la calidad que buscas. No puedes pretender que hagan las cosas de cierta manera si vienen de una EBAU en la que les han enseñado a memorizar para aprobar un examen”. 

Por ello, trata de ser accesible y cuidar la actitud: en primer lugar, porque “se puede ser igual de exigente siendo amable que pegando cuatro gritos”; y, en segundo, apreciando todo lo que pregunten aunque esté desencaminado. “Si les dices que han dicho una burrada, no volverán a hablar. Hay que crear un ambiente donde no sea un problema participar”. Tampoco cree productivo quejarse por el nivel con el cual llegan a la universidad. “Si esa es la realidad que hay, la queja no sirve, hay que preparar un plan para adaptarse a la situación”.

Para González Fernández, la investigación sustenta la docencia incluso si la materia sobre la que se investiga no está directamente relacionada con las clases que imparte, pues obliga a tener una estructura que ayuda a la docencia y facilita estar en contacto con los últimos avances. En sus veinticinco años en el aula ha pasado de las clases magistrales “distantes del alumnado” que él mismo había recibido a una evaluación más continua, con más actividades y con un feedback rápido y efectivo para “que el estudiante no tenga que esperar hasta el final para saber cómo está y darle tiempo a reconducirse si va mal”.

Foto: cedida

Silvestre Rodríguez Pérez: aprovechar el tiempo con nuevas herramientas

Su área de especialidad es la tecnología electrónica y, dentro de ella, investiga las comunicaciones ópticas no guiadas e imparte docencia en los grados en Ingeniería Mecánica y en Ingeniería Química Industrial, así como en el Máster de Ingeniería Industrial. Al ser alguna de ellas titulaciones con atribuciones profesionales, “y hay que dar lo que hay que dar”, tiene más restricciones para dedicar el tiempo que quisiera para profundizar en la materia. Aun así, se esfuerza “por hacer las cosas lo mejor posible y poner intención para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea adecuado y el alumnado pueda comprender los contenidos”.

En la medida de lo  posible, Silvestre Rodríguez trata de hacer clases participativas y utiliza diferentes herramientas de apoyo, especialmente videos. La investigación es también un puntal para afianzar la docencia: “Hay veces en las que la investigación que realizo no está directamente relacionada con lo que imparto, pero aún así te ayuda a poner ejemplos más reales sobre lo que estás explicando”.

Al igual que muchos de sus colegas en este reportaje, tras 25 años de docencia ha evolucionado su metodología, pasando de las clases magistrales iniciales a otras herramientas con las que busca una mayor participación del  alumnado. “Ayuda mucho que haya herramientas más avanzadas, como las que utilizo para hacer videos sobre los diferentes contenidos, y el aula virtual. Y, bueno, antes utilizaba transparencias en papel y ahora digitales, pero en el fondo es lo mismo. En cuanto a la evaluación, antes era solo un examen final y ahora también influyen los trabajos, problemas y prácticas”.

Foto: J.J.Press (CC BY 3.0)

Belén Melián Batista: trabajo, respeto y feedback

La optimización y analítica de datos en las áreas de logística y transporte son las materias en las que se ha especializado como investigadora y sobre las que también imparte docencia. Confiesa que la primera sorprendida por su evaluación tan positiva fue ella, pues su asignatura es compleja y hace trabajar al alumnado. “Les hago programar mucho y les pido que resuelvan problemas de entornos reales, sobre logística o sobre optimización de producción de fábricas. Y son problemas difíciles”. A su juicio, el alumnado está dispuesto a esforzarse si nota que la docente domina la materia y ha tenido experiencia práctica de lo que explica. 

La palabra clave de Belén Melián en su trato al alumnado es “respeto”, pues es consciente de que todo lo que se le diga a una persona puede afectar a su desarrollo personal, emocional y profesional. Para ella, la investigación es “el aspecto más importante” en alguna de las asignaturas que imparte, como la que versa sobre diseño de algoritmos: “Les explico algo que no he leído en un libro: lo he hecho, me he peleado para resolver ese problema real. Y aunque no haya trabajado directamente la materia sobre la que doy clase, al menos en Ingeniería Informática todo lo que impartimos está relacionado de una manera o de otra y, en algún momento te has enfrentado a algo parecido”. 

Desde que comenzó a impartir docencia en 2001, Belén Melián ha ido introduciendo innovaciones docentes, lo cual en ocasiones puede ser frustrante cuando no funciona como se espera. Hace evaluación continua mediante  cuestionarios y exámenes parciales y, además, cada año hace a su alumnado un cuestionario de satisfacción anónimo, que le ayuda a adaptar la docencia del próximo curso. “El feedback siempre es interesante”.

Elena Pastor Tejera: énfasis en los primeros cursos

Los materiales para dispositivos electroquímicos de conversión de energía centran el interés de esta investigadora a quien le gusta dar clases en Primero, “porque es un año difícil, llegan con sus deficiencias, pero es el momento para darles la base con la que luego podrán desarrollar la carrera. Si tienen esa base, serán buenos químicos”. La empatía es clave en su relación con sus estudiantes: “Si hablas con ellos, les ayudas, les dices sus fallos e, incluso, les suspendes pero les demuestras que pueden seguir si detectan dónde tienen sus problemas y cómo pueden continuar, lo agradecen”. 

Sobre la metodología, considera que “el Power Point es una muralla”, por lo que sigue prefiriendo la pizarra tradicional: “En ciencias trabajamos muchos problemas, en la pizarra los puedo ir resolviendo, ven todo el proceso y están pendientes de ti. Parece una tontería, pero el uso de la pizarra es importante, esa parte no la podemos perder, lo vimos en la pandemia: si lo pasas todo por pantallas, hay frialdad en la transmisión de conceptos”. 

Durante su experiencia docente ha descubierto que muchas veces los estudiantes saben más de lo que son capaces de expresar por escrito. Por ello, ya no formula preguntas de desarrollo y prefiere hacerlas cortas o tipo test. También ha notado que las nuevas generaciones son más dependientes de los dispositivos móviles, por lo que hay que encontrar maneras de interesarlos. Pastor también hace hincapié en la organización de la docencia en los centros: “El nuevo reglamento de evaluación continua nos obliga a ser más conscientes no solo de lo que yo doy, sino de lo que dan los otros docentes para no volver locos a los estudiantes”.

Pilar Matud Aznar: apasionada de los estudios de género

Pilar Matud está especializada en psicología del género y está empeñada en que el alumnado sea capaz de reconocer por sí solo el vasto catálogo de estereotipos que nos asignan a mujeres y hombres en todas las culturas. “Hasta el propio Fondo Monetario Internacional reconoce que no hay ni un solo país donde no haya desigualdades de género”, dice.

Realiza evaluación continua desde hace muchos años y tiene claro el modelo de docencia centrada en el alumnado. “Uso mucho video de cómo es el género en otras culturas, creo debates y les pido trabajos de investigación, siempre teniendo en cuenta el género: sobre las esculturas en la calle, los perfumes, los bolsillos de la ropa… que el alumnado aprenda a detectar esto”. Otro factor importante para dinamizar las clases es que en ocasiones lleva al aula a ponentes invitados. Además, facilita al alumnado su propio manual de psicología del género, que actualiza cada año. “No tienen que copiar apuntes, está todo ahí”.

Afirma que vierte en clase todo lo que investiga, y que en treinta años de carrera ha evolucionado como profesora: “Antes era más teórica y estaba más distanciada de ellos. Al tener un manual, explico solo lo esencial, lo demás es debate, trabajo en video. Son los alumnos los que investigan, hacen los trabajos, lo hacen todo. Se tienen que implicar si quieren aprobar”.

Emilio Sanz Álvarez: metodologías activas en el aula 

Es profesor de Terapéutica Clínica en quinto de Medicina y es un apasionado de la deontología profesional, hasta el punto de dirigir el Máster de Bioética. Forma parte activa de un proyecto europeo sobre innovación educativa en farmacología clínica, y de hecho la sociedad europea de esta disciplina lo ha premiado por la labor que realiza, como también ha hecho la propia ANECA.

Utiliza desde hace años el aula invertida: los alumnos estudian la teoría en casa y en clase participan de la discusión de casos clínicos. Utilizando wooclap, una plataforma que genera un sistema de preguntas, los estudiantes se embarcan en la elección del tratamiento más adecuado para las enfermedades más comunes. “Tienen mucho conocimiento teórico pero en estas clases aprenden a enfrentarse con la realidad, que es dar con el tratamiento y la dosis correcta para cada caso”.

Utiliza mucha bibliografía, parte de la cual son sus propios resultados de investigación en farmacología, con los artículos más recientes en evaluaciones de productos y los últimos protocolos en esta materia. “La investigación y la docencia van unidas”, apunta. Señala que la metodología en los 40 años que lleva dando clases ha cambiado muchísimo: “Fuimos pioneros en ofrecer el primer título de posgrado online”, recuerda. Tanto es así que aún no existía campus virtual en la universidad y Sanz ya había montado un aula virtual para su asignatura. Pese a sus seis sexenios de investigación, se define fundamentalmente como profesor. “Es donde me siento más cómodo y estoy más orgulloso”.

Foto: cedida

Carmen Río Rey: inglés aplicado a la creación artística

Para esta especialista en docencia del inglés para fines específicos con 23 años de experiencia, cambiar de titulaciones supuso un cambio metodológico fundamental: comenzó dando clases en Empresariales y Turismo, donde existían libros de texto especializados en esas materias. “Sin embargo, cuando tuve que dar clases en Bellas Artes hace catorce años, no existían materiales comerciales específicos y supuso un gran esfuerzo crearlos yo misma. Eso conllevó el gran cambio que me dio mucha más libertad para la docencia”.

Ahora se ha especializado en titulaciones relacionadas con la creación artística como Historia del Arte, Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Bellas Artes, Diseño y el Máster de Formación de Profesorado. “A veces, en la universidad falta humanizar el trato y yo lo intento: me aprendo los nombres de los estudiantes, que puede parecer una tontería, pero es importante; les pregunto si hay alguna circunstancia especial sobre ellos que deba saber. Crear buen ambiente en el aula es importante porque el aprendizaje de lenguas extranjeras puede ser difícil para el alumnado, que suele mostrar más vergüenza a la hora de participar”.

Carmen Río intenta estar al día de las novedades metodológicas pero matiza que lo que funciona con un grupo no lo hace con otro, incluso en el mismo cuatrimestre. “No creo que haya una fórmula o una metodología infalibles y que funcione siempre, por lo que hay que adaptarse a las circunstancias. Un ejemplo fue la pandemia, donde tuvimos que acostumbrarnos a una situación especial utilizando herramientas con las que a lo mejor no estábamos familiarizadas”.

Foto: Gabinete de Comunicación

Covadonga Rodríguez González: reciprocidad en el aula

Imparte materias de grado y posgrado muy relacionadas con sus principales objetos de estudio: la nutrición y reproducción de organismos acuáticos dirigida tanto a la producción como a la conservación animal, y la lipidómica en la nutrición y salud humanas. Covadonga Rodríguez cree que su buena valoración es herencia de uno de sus maestros, el  catedrático de Fisiología Animal Antonio Lorenzo, que en su día le transmitió la importancia de centrar la enseñanza en el feedback con el alumnado. “El alumnado me importa y tengo inquietudes en orientarlo sobre su futuro profesional, así que cuando hago cursos de formación, son siempre sobre motivación en el aula y emprendeduría”. 

También les inculca el valor del trabajo en equipo, gracias al cual es posible “multiplicar el esfuerzo”, e intenta que los grupos de prácticas sean reducidos para que los estudiantes puedan manipular y aplicar su conocimiento. En su opinión, la relación con el alumnado debe ser recíproca: “Intento hacerles ver que a veces no es fácil para el profesor estar constantemente hablando. Cuando era alumna, era tímida y no participaba mucho en clase, y sigo siéndolo. Y hacerles ver que el profesor puede ser de esa manera y pedirles ayuda para que la clase funcione a través de la participación es un recurso”.

Remarca que “el PDI es docente e investigador”, por lo que trata de conectar ambas vertientes en el aula y nota que al alumnado le complace, pues accede a información actualizada. Desde que inició su carrera docente en 1989, ha aprendido a innovar y temporalizar mejor, sintetizar más e incluir mayor cantidad de contenidos aplicados. “A lo mejor no es un tipo de docencia tan innovadora, pero creo que es intento que sea más centrada en el alumnado”.

Foto: cedida

Elisa María Díaz González: actualización constante

Especialista en restauración de materiales documentales como libros, fotografías y soporte papel en general, cree que su labor docente refleja su evolución personal: “Todo lo que haces y aprendes influye en el aula. La actualización de contenidos y de metodologías aplicadas me parece fundamental”. En un plano más personal, y al igual que muchas de las personas entrevistadas, valora la cercanía: “Tanto profesorado como alumnado tomamos diversas responsabilidades en el transcurso de las asignaturas, de manera que se produce un intercambio de aprendizaje. A esto se añade que en algunas asignaturas el alumnado se enfrenta a la toma de decisiones sobre las obras que se restauran, lo que los acerca al mundo laboral”. 

Por ello, para su labor dentro del aula no solo valora su experiencia investigadora, sino también su contacto previo con el mundo laboral, que comenzó como profesora asociada en la Universidad de Barcelona, y ahora sigue ejerciendo, además de como docente, en el Servicio de Análisis y Documentación de Obras de Arte y que ella misma coordina.

Además, Elisa Díaz reflexiona que la actualización debe ser constante y, en ese sentido, varía su metodología prácticamente cada año: “Tienes más experiencia y también aprendes cosas nuevas y técnicas que quieres incorporar. ¡Otra cosa es que tengas tiempo de poder llegar a incorporarlo todo!”. Valora el uso de las TIC aplicadas a docencia y hace poco ha conocido la metodología COIL (Collaborative Online International Learning), que le gustaría aplicar como método de intercambio y experiencia de internacionalización. 

Foto: cedida

Eduardo Pérez Roth: alumnado activo y cooperativo

Las bacterias resistentes a los antibióticos son un problema sanitario cada vez más acuciante, y es a lo que este microbiólogo dedica su vertiente investigadora, mientras que la docente se centra en asignaturas de los grados en Farmacia y Biología. Algo que apreció cuando comenzó como profesor era cierta pasividad entre los estudiantes, la cual trata de combatir intentado que cooperen entre sí. Ha desarrollado varios proyectos de innovación docente y toma evidencias de todas las actividades que promueve mediante cuestionarios para discernir si la estrategia formativa que ha planteado ha sido efectiva. 

Pone un ejemplo de este fomento del trabajo grupal: “En prácticas de laboratorio, lo habitual es que los estudiantes lleguen el primer día y les expliquen qué tienen que hacer. Ahora, creo grupos para que previamente trabajen de manera autónoma algún aspecto antes de llegar al laboratorio. Les explico qué quiero conseguir con esa práctica porque la comunicación es importante, dentro de lo que se puede con grupos de 70 y de 100 personas”.

Considera que la investigación le permite transmitir información actualizada, “lo cual es especialmente importante en alumnado como el de Farmacia, que en el futuro tendrá que recetar antibióticos”. Eduardo Pérez aboga por la innovación constante para introducir nuevas metodologías, así como a la evaluación formativa. “Creo que los profesores tenemos que buscar en nuestras asignaturas las posibilidades donde podamos aportar algunas de estas innovaciones docentes: no podemos cambiarlo todo, pero podemos encontrar el punto donde aportar algo nuevo”, reflexiona como conclusión.

Yasmina Álvarez González: mejoras continuas en las asignaturas

Nuestra última entrevistada desarrolla su actividad en el ámbito de la Teoría e Historia de la Educación, impartiendo asignaturas en Pedagogía como “Actividades de Integración: Análisis de los Procesos Históricos y Política Educativas” y  “Educación y Desarrollo Sostenible”. Para ella, la clave de su éxito es sencilla: “Me gusta mi trabajo y lo realizo con seriedad”. En un plano más humano, trata de ayudar a sus estudiantes con los problemas que tengan no solo con sus asignaturas, sino con la vida universitaria en general, gracias a su posición como tutora de Primero dentro del POAT de su facultad. 

Es consciente de que el alumnado ha evolucionado con las generaciones. “Ahora es más visual, más de pantallas, y eso lo aprovecho para introducir metodologías diferentes. También intento vincular los contenidos a ejemplos actuales o cosas que ya conozcan”. Para ello, Yasmina Álvarez utiliza herramientas más innovadoras que ha ido adquiriendo gracias a los cursos de formación para PDI, y también ha cursado el Experto en Docencia Universitaria, lo cual le ha permitido introducir mejoras en las asignaturas que imparte. 

Además, suele participar en proyectos de innovación educativa, en cuyo desarrollo trata de que el alumnado proporcione feedback de los cambios que lleva a cabo para saber si realmente funcionan. En ese contexto, la investigación también posee un papel crucial como apoyo a la labor docente. “Casualmente, las asignaturas que imparto son relativamente afines a mi investigación, y eso me permite  extender el contenido e introducir elementos novedosos”.

Gabinete de Comunicación


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