No se conocían entre sí pero, tras cinco minutos juntos, ya estaban charlando entre risas cómplices cuando se reunieron el pasado viernes 13 de junio en el Rectorado. Y es que Aleix Gutiérrez, estudiante del Colegio La Salle San Ildefonso, Irene Pérez, del IES La Guancha, y Beatriz Wangzheng, del IES Lucas Martín Espino de Icod de los Vinos, pese a provenir de puntos diferentes de Tenerife, comparten algo de lo que muy pocas personas pueden presumir: obtener las mayores notas de acceso a la universidad en la fase general de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Los tres lograron una media perfecta en Bachillerato con sendos dieces y, aunque en la PAU esa calificación descendió unas pocas décimas, la nota de acceso final sigue siendo asombrosa: en el caso de Aleix, 9,88; y en el de Irene y Beatriz, 9,925 cada una.
El alumnado con buen rendimiento académico durante el Bachillerato suele tener bastante claro a qué titulación universitaria desea acceder y, en el caso de Aleix e Irene, se cumple el tópico: el primero de ellos cursará Matemáticas en Barcelona, donde tiene familia. En algún momento se planteó hacer un doble grado con Física, pero finalmente ha optado por el título en solitario para profundizar más en la materia. “Desde la educación infantil siempre he sentido afinidad por esta rama y es la que mejor se me ha dado. Y en la ESO tuve un profesor de Matemáticas que nos puso la película “Figuras ocultas”, sobre unas chicas que trabajaban en la NASA y eran matemáticas, y sentí que eso era lo que yo quería llegar a ser”.
En el caso de Irene, estudiará el grado en Biomedicina en Sevilla porque siempre le ha gustado mucho la ciencia y, más concretamente, la biología y la química, por lo que ha encontrado un grado que combina esas dos disciplinas. “De pequeña quería ser peluquera”, recuerda entre risas, “y en 4ª de la ESO dimos genética y me enamoré de ese tema. Empecé a investigar por mi cuenta y me encontré con un canal de YouTube de una chica que había estudiado Biomedicina y me pareció muy interesante y muy bonito”. Tiene claro que no le gustaría tener trato directo con los pacientes, por lo que lo suyo es aportar su grano de arena en la lucha contra el cáncer o las enfermedades raras desde el laboratorio.
Beatriz, en cambio, no ha tenido una vocación tan clara como sus compañeros, salvo por el hecho de que también se identifica con el ámbito científico, y todavía medita sobre su carrera futura, aunque Medicina parece una candidata firme. “Como sacaba notas bastante decentes, la gente me decía: ‘¡Seguro que vas a hacer Medicina!’, y mi hermana también está estudiando el primer año de esa carrera en Madrid. Entonces pensé: ‘¿Quiero hacer Medicina por mí o porque es lo que se espera de mí?’. Tenía ese conflicto, pero creo que me voy a decantar por esa grado. He investigado, he visto qué asignaturas tiene, conozco las experiencias que me ha contado mi hermana y me ha gustado”. Tampoco tiene claro dónde la cursaría, pues si bien cree que le vendría bien salir de Canarias, considera que la de La Laguna “también es una muy buena universidad”.
Desorganización con buenos resultados
Sorprende que alumnado con tal rendimiento académico asegure ser desorganizado a la hora de preparar sus materias, sin seguir unas pautas precisas ni unas rutinas muy marcadas. “He acabado el Bachillerato estudiando casi todas las veces el día antes del examen”, señala Aleix, quien también reflexiona que a él le ha ayudado afrontar el estudio acompañado, especialmente por una amiga a la que conoce desde el colegio y con la que sigue en permanente contacto. “Esta semana de la PAU, por ejemplo, hemos hecho horarios juntos y de esa manera me he obligado a estudiar y, al menos, no perder tiempo con el móvil. Creo que recibir ayuda de otras personas me ha motivado”.
“Yo sentía que las demás personas se organizaban mucho mejor que yo”, confiesa Irene, quien a renglón seguido explica que, para ella, hay asignaturas más vocacionales que no requerían tanto esfuerzo y que incluso disfrutaba estudiando. “A esas les dediqué menos tiempo, como, por ejemplo, Biología, que yo sentía que no tenía que estudiarla tanto, sino entenderla. En las asignaturas que más me costaban sí intenté tener una rutina… que a veces no seguía bien”. Ese esfuerzo extra lo concentró en las asignaturas “de letras”, que eran las que le costaban.
Por su parte, Beatriz explica que siempre comienza el periodo de estudios con voluntad de organizarse, pero no logra seguir el plan que ella misma se ha impuesto. “Uno de los cambios más grandes que me permitió estudiar mejor fue eliminar las redes sociales”, a las que dedicaba demasiado tiempo. Para lograrlo, llegó a utilizar aplicaciones que le impedían acceder a sus perfiles. También comprendió que cada asignatura requiere un abordaje diferente. “Bachillerato fue una manera de experimentar cuál es mi mejor manera de estudiar la asignatura y hacer mejor la PAU”.
Durante el tiempo de estudio, los tres consideran importante encontrar espacios para el descanso y la distracción. Aleix ha disfrutado sus ratos de ocio pasándolos en la familia, puesto que su hermana tuvo un hijo hace un año, así que se ha volcado en la gozosa tarea de ser tío. “Me dice ‘vámonos’ y me lleva con ella y el niño, me quedo cuidándolo y desconecto. Principalmente, me despejo del estudio con ella y con mi sobrino”.
De los tres, Irene es quien tiene una afición más estructurada, pues toca el piano, la guitarra y el clarinete y forma parte de una banda de música de su municipio, La Guancha. “Ha sido mi principal distracción, y también hablar con mis amigas. En la banda llevo siete años, más o menos, y salimos en fiestas, Semana Santa, procesiones, conciertos que surgen puntualmente porque nos contratan en otros municipios, etc.”
Durante este periodo, Beatriz ha recargado energías con sus amistades o dando paseos, pero finalizar la PAU le ha permitido recuperar su gran afición: la lectura. “No he tocado un libro desde segundo de Bachillerato porque me sentía mal conmigo misma, me decía que debería estar estudiando en lugar de leyendo”. Ahora ha retomado la lectura con la novela ‘Tan poca vida de Hanya Yanagihara. “Me está gustando porque muestra lo cruel que puede ser la vida. Es sobre un grupo de amigos, narra su vida desde los 20 años hasta que se hacen mayores y es bastante crudo. Pero está bien que no romantice esa etapa”.
La prueba
Dos años de Bachillerato, semanas de preparación y, por fin, llegan los días de la PAU. La sensación de que hay mucho en juego y de que todo se decide en unos pocos exámenes está latente, y por ello controlar los nervios es primordial. Sin embargo, Aleix, Irene y Beatriz señalan que, más que el estrés del momento -que existe-, el principal problema que experimentaron fue el cansancio.
“Yo no me creía cuando la gente te decía que llegabas cansado, pero es cierto. Llevaba tanto tiempo seguido estudiando que, cuando llegué al examen, no estaba nervioso, estaba cansado, sobre todo el segundo día, porque se me acumularon los exámenes en dos jornadas y en la segunda de ellas empecé a las 9:30 y acabé a las 20:00, por lo que ya después de comer quería acabar. Los nervios los pasas cuando estás de camino a la universidad el primer día; después se te pasa todo porque o lo haces, o te quedas ahí parado”, explica Aleix.
“Yo creo que los nervios se pasan el día de antes, que te enfrentas a la incertidumbre”, agrega Irene. “Después, te llegan los comentarios de que ‘la PAU no es para tanto, te va a salir bien’. Pero lo cierto es que, en ese momento, para ti la PAU sí es para tanto, ¿sabes?”. En su experiencia, el peor momento llegó con el primer examen, pero a medida avanzaban las horas, fue ganando confianza. “Ves que todo tu esfuerzo se refleja en lo que haces, que sabes contestar lo que te preguntan. Eso te da confianza y ayuda a enfrentarte a los otros exámenes. Pero es verdad que los nervios de la media hora previa siempre estaban ahí, pero eran necesarios también porque, si no, me dormía porque estabas cansadísima”.
Esa insólita ventaja de pasar nervios también es apreciada por Beatriz: “Creo que me pasó igual, nervios como tales no pasé en la PAU. En la media hora antes de entrar a hacer el examen, sí. Y me vino bien, porque en algunos momentos sentía que me estaba muriendo del sueño, así que esos nervios me despertaban muchísimo”. En su caso, llegó a estar tan saturada de estudiar que dejó de hacerlo los últimos días antes de la prueba. “Si alguien me hubiera ofrecido tres días más para estudiar, le hubiera dicho que no, porque estaba cansadísima”.
Los tres coinciden en que, probablemente, la prueba más complicada fuera la de Matemáticas, hasta el punto de que al terminarla pensaron que les había salido muy mal. “Creo que todo el mundo que hizo ese examen tuvo esa impresión, por lo que he escuchado”, señala Beatriz. “En mi clase, la mitad de la gente salió llorando”, agrega Aleix, mientras que Irene lo corrobora, añadiendo que en su aula “la mitad de la gente salió del examen, se había rendido. No sé si diría que fue duro, por sí que requería concentración y saber lo que estabas haciendo, porque había que tener en cuenta muchos detalles. Creo que con lo que habías estudiado en Bachillerato podías sacarlo, pero es verdad que había que estar muy atento”.
Otro examen que señalan particularmente desafiante fue el de Historia, sobre todo por su densidad y el tiempo tan ajustado que, a su juicio, había para realizarlo. “Matemáticas fue duro por la dificultad, pero a mí el que se me hizo más tenso fue Historia, porque aparte de que fue en la última hora del primer día, que ya estaba cansado, es un examen muy denso y muy largo, tienes que recordar muchos datos y redactar mucho. Es una hora y media escribiendo y no puedes parar, porque no te da tiempo”, explica Aleix.
Una nueva etapa
En tres meses, estos tres jóvenes prometedores iniciarán su educación universitaria con ilusión por poder dedicarse a materias que copan su interés, y lo hacen con escasa incertidumbre porque cuentan con información suficiente sobre lo que se van a encontrar. Consideran que recibieron una adecuada orientación tanto es sus centros como por parte de la Universidad de La Laguna a través de iniciativas como las Jornadas de Puertas Abiertas. A Aleix le hubiera gustado hablar mucho más con el profesorado sobre las especificidades de alguna titulación, y tanto Irene como Beatriz tuvieron algún problema para acudir a todas las charlas que le interesaban porque algunas coincidían a la misma hora. Pero pese a esos inconvenientes, creen que saben lo esencial para dar este paso.
“Tengo claro que va a ser totalmente diferente a Bachillerato. Aparte de que el modo de trabajo es distinto, muchos de mis profesores de Matemáticas me han dicho que en la carrera, el primer año es de supervivencia: o te adaptas o mueres” señala Aleix. “En Bachillerato puedes tener más contacto con los profesores, pero en la universidad ya eres una persona independiente y autónoma y tienes que trabajar por ti mismo”. Así, este futuro matemático está listo para esforzarse y, de hecho, es algo que espera y desea. “Me gusta esta idea que tengo de la universidad que fomenta la autonomía, el que las personas trabajen por sí mismas, y espero que sea algo que me guste y que esté orgulloso de estudiar”.
Irene es quizás más pragmática, pues considera que la universidad, efectivamente, va a ser una etapa dura, pero también cree que es la adecuada para cometer errores y aprender a sobrellevarlos. “Creo que la universidad está para eso, para equivocarte y para saber tomar tus decisiones y seguir adelante. Sé que va a ser duro, quizás incluso más que Bachillerato, pero igual hay que seguir adelante y, por lo menos, tienes la ilusión de que estás estudiando algo que te gusta, a pesar de que vaya a haber asignaturas que te cuesten más que otras. Pero eso va a ocurrir en todas las carreras, sea universidad, sea ciclo, sea lo que sea”.
Beatriz añade el aliciente de conocer a nuevas personas que formarán parte de su vida, si bien ya está mentalizándose sobre el esfuerzo que va a tener que realizar. “Creo que voy a socializar y voy a conocer a gente nueva, pero en cuanto a los estudios, sé que va a ser muy duro. Me conozco y sé que me va a costar, que voy a sufrir un montón. Pero hay que sacarlo adelante porque es lo que toca en esta etapa y, al menos, es algo que me gusta. Es lo que más espero: que al entrar en la carrera, aunque me cueste, me guste y quiera seguir estudiándola”.
Antes de terminar, y aprovechando la oportunidad de contar con la experiencia de tres estudiantes sobresalientes, les pedimos algunos consejos para otros jóvenes de su edad que, ya sea en la próxima convocatoria extraordinaria de la PAU este julio, ya sea el curso que viene, vayan a enfrentarse a esta prueba trascendental.
“Cuando llevas mucho tiempo estudiando o tienes un tema muy grande que afrontar, si te ves muy agobiado, una de dos: o estudias o descansas”. Según Aleix, es recurrente quedarse ante el escritorio en una especie de “limbo” en el que realmente no se está aprovechando el tiempo de estudio con toda la concentración, pero tampoco se está disfrutando del tiempo libre. Por ello, reincide en la idea que ya había expresado al inicio sobre la importancia del descanso. “Es mejor que vayas a un examen habiendo dormido o descansado bien, que habiendo estado una hora estudiando mal o haciendo una burrada. Estudia o descansa”.
El consejo de Irene es prepararse para “hacer sacrificios” durante la preparación de la prueba. “No les voy a mentir, es un curso muy exigente, sobre todo si sabes a qué carrera quieres entrar y tiene una nota alta”. También aconseja no pasar solos por todo el proceso y buscar el apoyo tanto de la familia como de los compañeros de clase y amistades. “Este curso no hubiera sido lo mismo si no hubiera tenido los compañeros que he tenido. Es muy importante la compañía y con quien eliges pasar esta etapa. Y también les aconsejaría que descansen mucho, que parece una bobería, pero es muy importante”.
Beatriz, por su parte, aconseja aprovechar el Bachillerato para probar diferentes modos de abordar las asignaturas. “Tómatelo en serio, porque al final experimentas un poquito lo que te viene mejor para estudiar, cuáles son los métodos. Porque conozco experiencias de personas que llegaron a la PAU y todavía no sabían cómo estudiar. Y siento que eso podrían haber ido descubriéndolo poco a poco mientras estaban en Bachillerato”.
Haber logrado las mejores calificaciones de acceso a la universidad supone el final de una importante etapa vital, pero la historia de Aleix, Irene y Beatriz no ha hecho más que comenzar de la mejor manera posible: pudiendo explorar sus vocaciones y dedicándose a aquello que les apasiona.
Gabinete de Comunicación