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Legados para el futuro

miércoles 31 de julio de 2019 - 08:37 GMT+0000

Imagen de las responsables d elos legados y fonds especiales de la biblioteca

El Servicio de Biblioteca de la Universidad de La Laguna supone una infraestructura básica para la investigación que adquiere anualmente miles de nuevos ejemplares, con el apoyo financiero de facultades, escuelas, departamentos, proyectos de investigación y ayudas de todo tipo, y mantiene suscripciones con las principales publicaciones científicas periódicas. De este modo, se ha convertido en uno de los centros documentales más importantes de las islas y, sin duda, el más relevante específicamente centrado en Canarias.

Una fracción de sus fondos cuantitativamente pequeña, pero cualitativamente muy valiosa, es la que conforman las donaciones que, a lo largo de los años, particulares o sus herederos han realizado a la biblioteca: investigadores de todos los ámbitos, literatos, artistas o, simplemente, personas que disponen de algún tipo de patrimonio de interés para su conservación y puesta a la disposición de la sociedad a través de una biblioteca pública, como la de la Universidad de La Laguna.

Una de las personas encargadas de supervisar este tipo de legados es María Luisa Morales Ayala, jefa de Sección de Fondos Especiales y Digitalización, pero no es una tarea que recaiga exclusivamente en ella, ya que el personal especializado en las diferentes materias se implica en la organización y tratamiento de las donaciones relacionadas con sus respectivas áreas. Así, por ejemplo, Ana María Gutiérrez Barrios, responsable de la Biblioteca de Filosofía, está en el equipo de trabajo que, en estos momentos, está organizando el recientemente donado fondo de Javier Muguerza Carpintier, mientras que la responsable del Fondo Antiguo, Paz Fernández Palomeque, lleva varios años trabajando en la organización del legado de Álvarez Rixo.

Historia de los fondos personales

La Universidad de La Laguna cuenta en la actualidad con 22 fondos personales, que próximamente aumentarán gracias a la donación del escritor y catedrático de Filología Española Andrés Sánchez Robayna. La formación de la colección de fondos personales comenzó en 1960, con la donación de Dacio Darias Padrón, centrado en Historia de Canarias y genealogía, especialmente de los condes de La Gomera.

En los últimos años ha crecido notablemente; sin ir más lejos, el pasado curso 2018/19 se recibieron las donaciones de los 9.000 volúmenes y las 1.300 carpetas del archivo personal y la biblioteca del filósofo Javier Muguerza Carpintier; la biblioteca con más de 3.800 ejemplares de la catedrática de Filología Española Belén Castro Morales, centrada en literatura hispanoamericana; los 1.600 volúmenes de la biblioteca de la catedrática de Lógica y Filosofía de la Ciencia Amparo Gómez; y el ya citado compromiso de Andrés Sánchez Robayna para ceder de forma paulatina su biblioteca y archivo personal y que, una vez completada, podría suponer el fondo personal más amplio de los contenidos en la Universidad de La Laguna, con varios miles de volúmenes.

Entre ambos periodos, en 1974 se incorporó el fondo Tabares de Nava, centrado en genealogía, mientras que en la década de los ochenta del siglo pasado llegan a la biblioteca los fondos de Antonio Vizcaya Cárpenter, sobre tipobibliografía canaria, y de Juan Álvarez Delgado, con sus 1.600 volúmenes y documentos sobre filología, lenguas africanas e historia, costumbres e idioma de los guanches.

La década de los noventa fue en la que más fondos se reunieron, gracias a la inauguración del Campus de Guajara, con una Biblioteca General más amplia, así como por el traslado de los departamentos a sedes más reducidas, circunstancia que les obligó a entregar, por falta de espacio, algunos fondos que habían adquirido: tales fueron los casos de los fondos Lercaro-Justiniani, especialmente centrado en la historia de esta familia noble; el de Francisco Montes de Oca, especialmente fecundo en historia del Puerto de la Cruz; y el de Miguel Tarquis, fundamental para la historia del arte en Canarias por su importante archivo fotográfico, en el cual hay imágenes de obras ya perdidas.

A estos fondos procedentes de los departamentos se unieron en esa década otras donaciones de particulares: Antonio y Mariana Dorta, sobre literatura y la Guerra Civil española; Ideas Eya, con documentación empresarial, diapositivas, películas y cintas de audio de índole publicitaria; y Juan Antonio Padrón Albornoz, con fotografías de embarcaciones llegadas a Santa Cruz de Tenerife que suponen un importante documento sobre la historia del puerto capitalino.

Sin duda, en esa década fue especialmente importante la adquisición del fondo Felipe González Vicén, compuesto por 4.800 obras de gran valor para el estudio de la filosofía y del pensamiento jurídico que reunió este intelectual, que ejerció su magisterio en la Universidad de La Laguna entre 1946 y 1978. Inicialmente, la institución académica solamente adquirió su biblioteca y la familia, al ver el mimo con el que se trató este legado, entre 2001 y 2006 donó también su archivo personal y la biblioteca de su hijo, Juan Luis González Dörner.

En los inicios del nuevo siglo se incorporaron los fondos de Manuel Bourguñó, sobre pedagogía de la música; el arquitecto Enrique Rumeu de Armas, con 41 proyectos que suponen más de 1.100 documentos, entre planos y dibujos; y el de Ana María Fagundo, sobre literatura.

Ya en la segunda década, llegan los más de 9.000 libros del legado Ventura Doreste-Josefina Zamora, especializado en literatura; el de José Agustín Álvarez Rixo, con dibujos y documentos sobre historia de Canarias; y el del filólogo Antonio Álvarez de la Rosa, del cual destaca la correspondencia con Nivaria Tejera; además de los ya mencionados fondos Muguerza, Castro Morales, Gómez y Sánchez Robayna.

Criterios para la donación

Cuando la Biblioteca de la Universidad de La Laguna se hace cargo de un legado, pone todos sus recursos materiales y humanos al servicio de su conservación, catalogación y puesta a disposición de los usuarios, lo cual supone un enorme esfuerzo que, en ocasiones, puede conllevar años. Por esa razón, y también para mantener la calidad de los fondos, el servicio no se hace cargo de todos los legados que se le ofrecen y, de hecho, dispone de una normativa específica de 2017 que, entre otros aspectos, fija unos criterios precisos para determinar cuáles asume y qué otros rechaza.

Entre los criterios de selección barajados, se cuenta el estado de conservación, de tal modo que no se aceptará material dañado, excepto si por su antigüedad o valor resulte especialmente significativo; evitar duplicidades de títulos ya en catálogo; su vigencia, valorada en función de los fondos existentes y de su interés para los usuarios; que su materia guarde relación con los programas de estudios y las líneas de investigación universitarias; la no admisión de copias, salvo que sean de obras desaparecidas o manuscritas; y que tengan un valor añadido por contener, por ejemplo, dedicatorias del autor o anotaciones manuscritas, entre otras consideraciones.

Como explica María Luisa Morales, estos fondos llegan a la biblioteca o bien porque sus propietarios deciden entregarlos o bien porque es la universidad que se acerca a ellos y se interesa por su conservación: es lo que ocurrió, por ejemplo, con el fondo Álvarez Rixo, en propiedad de una familia de Puerto de la Cruz, cuya existencia fue reportada al Servicio de Biblioteca por el profesor de Filología Española José Antonio Ramos Arteaga.

La gran mayoría de los fondos personales ha sido desinteresadamente donada por sus propietarios o familias, si bien en cada caso bajo condiciones específicas que quedan fijadas en un contrato y determinan aspectos relacionados con los derechos de reproducción o las condiciones para su puesta a disposición del público, entre otros.

De este modo, se suele permitir el acceso a personal investigador con las lógicas restricciones emanadas de la legislación sobre propiedad intelectual, honor e intimidad. “Los herederos o la persona donante siempre mantienen la propiedad intelectual, por ley. Pero se puede negociar que cedan la explotación de la obra”, aclara Paz Fernández. “Ana María Fagundo, por ejemplo, donó su biblioteca y archivo personal y cedió los derechos de reproducción y de comunicación pública a favor de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna. Eso es lo ideal, pero muchas veces no pasa”.

Ana Mª Gutiérrez y Mª Luisa Morales.

Gestión de los fondos

Una vez se produce la donación, el primer paso para su gestión es elaborar un inventario de todos los materiales que han llegado, que pueden ser de muy variada naturaleza: principalmente libros, pero también carpetas con documentos de diversa índole, cartas, fotografías, dibujos, fichas, cintas de sonido e imagen, etc. Ese inventario supone una herramienta de trabajo fundamental, porque tras su análisis, servirá al equipo de personas a su cargo para decidir, por ejemplo, bajo qué criterios se organizará y catalogará el fondo.

“Depende de cada caso. A veces donan bibliotecas que no tienen ningún tipo de orden y otras, archivos personales que ya vienen medianamente organizados y que tienes que mantener ese orden para evitar que se destruya la forma de trabajo de la persona que ha trabajado en él”, explica Paz Fernández. En esa fase previa también es importante acometer acciones de conservación si son necesarias, como puede ser la limpieza o la compra de materiales de archivo específicos.

En el caso de un archivo, cuando llega ya con cierta organización, se elabora una ficha descriptiva provisional que informa de cuántas cajas lo conforman, cuántos documentos, quién lo ha donado, cómo ha llegado a la biblioteca, cuál ha sido la historia de ese archivo antes de llegar, la biografía de la persona que lo ha donado o en qué condiciones, entre otros aspectos.

Tras ese trabajo previo, toca decidir cómo se va a custodiar ese fondo. María Luisa Morales explica que, en ocasiones, los ejemplares pertenecientes a una donación se integran en el fondo general de la Biblioteca, “pero cada ejemplar se sella indicando que forma parte de un fondo determinado y también se indica en el catálogo su pertenencia a un legado”. Tal ha sido el caso de las recientes donaciones de las bibliotecas de las profesoras Amparo Gómez y Belén Castro Morales.

En otros casos, hay colecciones de especial relevancia que sí interesa mantener unidas, incluso porque el contrato con la familia así lo exige. “Nosotros lo aceptamos si cumple nuestros criterios, por ejemplo, en casos de fondos como el de Javier Muguerza o el de Andrés Sánchez Robayna, cuyo sentido está en la unicidad, en ese conjunto”. Mantener unido ese fondo aporta información sobre el método de trabajo de esos investigadores insignes. Archivo y biblioteca son indisolubles en esos casos y, además, es frecuente que las fichas del archivo se refieran a ejemplares adquiridos por el autor que, a su vez, están anotados. Por ello, resulta de interés conservar todo ese patrimonio unido, incluso si incluye ejemplares que ya poseía el Servicio de Biblioteca.

Las tres técnicas del Servicio de Biblioteca entrevistadas coinciden en que lo ideal sería ubicar cada fondo, o al menos los de mayor relevancia, en un espacio único que contenga todo el conjunto y sea accesible para su consulta. De hecho, así es cómo está dispuesto el legado González Vicén, en una sala propia en la quinta planta de la Biblioteca General y de Humanidades que alberga tanto la biblioteca como el archivo íntegro de este investigador e, incluso, cuenta con mesas para su consulta. Fue posible gracias la financiación de la Fundación Mapfre Guanarteme y es una aspiración del servicio poder extender este tipo de organización a otros fondos.

En todo caso, Ana María Gutiérrez recalca el compromiso de la biblioteca con la calidad. “Los fondos personales enriquecen el patrimonio bibliográfico y documental de la institución, contienen documentos únicos y constituyen una fuente cultural de gran valor para la investigación. La Universidad de La Laguna, consciente de ello, ha apostado decididamente por acoger donaciones de archivos y bibliotecas relevantes. Para poder custodiar, organizar y difundir convenientemente estas donaciones, es necesario contar con personal especializado, equipamiento y un espacio digno para conseguir el objetivo principal, que no es otro que el personal investigador pueda generar investigaciones de calidad. Para lograrlo, es clave el compromiso y respaldo institucional”.

Paz Fernández sostiene un documento del fondo Álvarez Rixo,

Futuro incierto

Un desafío del futuro será cómo afrontar la generación de documentos digitales, porque los autores e investigadores de la actualidad ya no escriben a mano, sino que utilizan procesadores de texto, y ya no mantienen correspondencia mediante cartas, sino a través del correo electrónico. ¿Cómo se salvaguardará el legado de quienes ya no producen en soporte papel? Para Fernández Palomeque, es un problema porque exige grandes recursos económicos y técnicos, por lo que, en su opinión, debería existir alguna gran infraestructura de preservación digital nacional, “porque es el Estado el que tiene recursos suficientes para afrontarla”.

Digitales o tradicionales, el Servicio de Biblioteca trata de estar alerta ante la aparición de legados de personas que pudieran ser de interés. “Yo creo que en estas islas hay mucha colección “escondida”, hay mucha gente con bibliotecas y documentación importantes que sería estupendo poder poner a disposición de los investigadores, pero son privadas y cada uno decide qué hacer con ellas”, explica Fernández Palomeque.

“Por ejemplo, la familia de una farmacéutica nos donó una colección preciosa de programas de mano de cine de 6.000 ejemplares, porque su hermano y ella eran muy cinéfilos. Y tenemos un fondo sobre la Transición compuesto por documentos de diferentes personas que se dedicaron a guardar los panfletos de la universidad, de las elecciones, de los partidos políticos… Nunca sabes lo que la gente guarda en sus casas”.

Los fondos personales, en suma, enriquecen el patrimonio bibliográfico y documental de la Universidad de La Laguna, ya que contienen documentos únicos y constituyen una de las fuentes de valor para la investigación histórica. Por ese motivo, sus responsables insisten en la necesidad de que cuenten con un espacio digno al que el personal investigador pueda acudir para acceder con comodidad a esa colección. El compromiso del Servicio de Biblioteca es ofrecer instalaciones la conservación y el trabajo técnico para facilitar la consulta y difusión pública de tan importante patrimonio cultural.

Gabinete de Comunicación


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