NUESTRA EXPERIENCIA COMO BIÓLOGOS EN PLENA ERUPCIÓN DE UN VOLCÁN (LA PALMA, 2021)

 

Manuel Nogales

Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC)

Félix M. Medina

Consejería de Medio Ambiente. Cabildo Insular de La Palma.

El domingo 19 de septiembre de 2021 se inició una erupción volcánica en el sur-oeste de la isla de La Palma, una de las islas que forman parte del archipiélago de las Canarias. Se trata de la primera erupción volcánica terrestre que tiene lugar en estas islas después de la del volcán Teneguía, acontecida en 1971, en el sur de esta misma isla de La Palma. Se trata por tanto del, de momento, último episodio volcánico después de la erupción del volcán submarino Tagoro, en la isla de El Hierro, ocurrida hace 10 años. 

 

Desde el mismo momento en el que se produjo la erupción de La Palma, localizada en el paraje denominado Cumbre Vieja, uno de los autores, Manuel Nogales, preparaba ya su mochila para su traslado a esta isla. Al día siguiente de la erupción, miembros del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IPNA-CSIC) ya se encontraban sobre el terreno. Pronto se incorporó al equipo Félix M. Medina, biólogo del Servicio de Medio Ambiente del Cabildo Insular de La Palma y quedó configurado el Equipo de Biodiversidad que trabaja en la zona del volcán conocida como Tajogaite. Nuestro trabajo consiste en monitorizar lo que le acontece a la biodiversidad sometida al estrés volcánico; un estudio, posiblemente, único en el mundo y sin precedentes puesto que se trata del seguimiento “en directo” de los cambios que experimenta el ecosistema terrestre.

Aunque la vigilancia de los procesos volcanológicos de la zona de Cumbre Vieja se venían realizando desde hace varios años, la erupción nos sorprendió a todos. Con carácter urgente adaptamos la metodología de muestreo que veníamos utilizando a las nuevas condiciones; tarea a la que nos vemos forzados continuamente ya que el carácter imprevisible de las distintas fases de la erupción obliga a ajustes continuos. Esto complica el trabajo de campo, lo que hace nuestra actividad no solo más difícil, sino que además esté revestida de riesgos adicionales. Así, en el desarrollo de nuestras actividades siempre vamos provistos de los equipos de protección individual reglamentarios (EPIs), lo que sin duda supone un esfuerzo adicional.

 

En un paisaje que ha pasado súbitamente de ser “en color” al “blanco y negro” nos dedicamos a inventariar y cuantificar las especies de la flora y fauna de las zonas que el volcán ha ido ocupando en su avance. Concretamente, investigamos la zona situada en los 200 metros más cercanos al frente de avance y los flancos de las coladas. En la zona del cráter hemos realizado estudios hasta una distancia de 1 kilómetro, de acuerdo con las directrices del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias. Hemos instalado 32 estaciones de trabajo, rodeando la zona terrestre de la erupción desde el cráter principal hasta el mar. En relación con la flora estamos identificando las especies presentes, el número de ejemplares de cada una de ellas y su cobertura vegetal. Paralelamente, hacemos acopio de información sobre la historia natural de la zona, lo que nos permite constatar los cambios que se producen en el comportamiento de los animales y en el estado de las plantas. Con respecto a estas últimas hemos detectado que el 90% de las que se encuentran en las zonas más cercanas a las coladas o al cráter, han muerto o bien están gravemente afectadas; situación que mejora según nos alejamos de las zonas más distantes del cono volcánico. 

 

Con respecto a los animales, el grupo más afectado es el de los reptiles (en especial los lagartos) que tienden a esconderse bajo rocas cuando advierten el avance de las lavas. Las aves, sin embargo, resisten mucho mejor. Observamos en ellas sus comportamientos habituales, si bien hemos detectado patrones inusuales en las zonas cercanas al volcán y las coladas. Todo parece indicar que en estos momentos están ingiriendo ceniza volcánica con su alimentación lo que seguramente tendrá efectos fisiológicos negativos en el futuro. Realizamos censos de aves en las primeras 3 horas después del amanecer y de lagartos a partir de las 3 horas después del amanecer y hasta las 15 horas. En estas tareas contamos con la colaboración de dos biólogos del Gobierno de Canarias (Nieves Zurita y Manuel Arechavaleta) que participan en la caracterización de la fauna invertebrada. Pretendemos continuar con los censos, lo que nos permitirá conocer la evolución temporal de las poblaciones durante la erupción. 

La experiencia que supone vivir en primera línea una erupción nos expone a situaciones dramáticas que provocan en un investigador/a, sentimientos encontrados. Por una parte, no deja de ser una oportunidad extraordinaria poder hacer un seguimiento en tiempo real del impacto en un ecosistema de un fenómeno natural como este. Sin embargo, es inevitable que nos veamos afectados personalmente, al ser testigos también del sufrimiento de tantas personas y familias. Y es que los científicos y científicas somos, antes que nada, personas y sólo después profesionales… 

 

No obstante, en medio de esta situación dramática resulta estimulante comprobar el apoyo de la población de La Palma a los equipos científicos desplegados en la isla. Percibimos, en primera persona, que nuestro trabajo de servicio público es valorado y reconocido. De repente, esa pareja, no siempre bien avenida, que conforman la ciencia y la sociedad, se muestran unidas y se reconocen y aprecian mutuamente. 

 

Sirva este testimonio para enviar un mensaje de apoyo y solidaridad a nuestros paisanos palmeros en estos momentos tan difíciles.