Las leishmaniasis: un problema por resolver

FECHA: 27/09/2019

AUTORA EMMA CARMELO

Investigadora del departamento de Obstetricia y Ginecología, Pediatría, Medicina Preventiva y Salud Pública, Toxicología, Medicina Legal y Forense y Parasitología

El nombre Leishmaniasis recoge un conjunto de manifestaciones clínicas, desde úlceras cutáneas que desaparecen espontáneamente, hasta afecciones viscerales que ponen en riesgo la vida del paciente. Todas ellas son causadas por distintas especies del género Leishmania, un protozoo parásito trasmitido por la picadura de un insecto vector, que afecta a humanos y otros animales como los perros (que se denominan hospedadores). La Organización Mundial de la Salud considera que más de 1.000 millones de personas en todo el mundo viven en zonas endémicas para leishmaniasis, por lo que están en riesgo de adquirir esta infección. La leishmaniasis es una de las denominadas Enfermedades Tropicales desatendidas u olvidadas, que son aquellas enfermedades infecciosas que afectan mayoritariamente a poblaciones que viven en la pobreza, sin acceso a condiciones adecuadas de saneamiento y en contacto con los vectores trasmisores y con animales que pueden transmitirlas.

Toda la Cuenca Mediterránea, incluyendo España, es zona endémica para la leishmaniosis. En nuestro medio, esta enfermedad fue un problema grave para individuos inmunodeprimidos, como los portadores del VIH o pacientes receptores de trasplantes. Aunque las terapias antirretrovirales avanzadas han supuesto un freno para la expansión de esta enfermedad en España, desde el año 2009 se ha detectado un brote epidémico en el sur de la Comunidad de Madrid, que ha supuesto un reto para las autoridades sanitarias y científicas.

El control de la enfermedad a nivel mundial está muy lejos de ser alcanzado, ya que presenta una serie de retos de difícil resolución. Por una parte, la forma clínica y la gravedad de los síntomas en el paciente dependen de la especie de Leishmania que infecte, pero también del estado del sistema inmunitario del hospedador, de forma que aquellos individuos cuyo sistema inmunitario está debilitado son presa fácil para el parásito. Por otro lado, los métodos de diagnóstico de laboratorio de la leishmaniasis son complejos, invasivos y presentan riesgos para el paciente. Otro de los problemas que plantea la leishmaniasis es el tratamiento de la enfermedad. Los pocos medicamentos disponibles presentan alta toxicidad y además es necesario que el paciente tenga su sistema inmunitario en buen estado, dado que los medicamentos, por sí solos, no son capaces de eliminar completamente el parásito del organismo.

Todo esto dibuja un escenario complejo a nivel mundial, en el que el control de la infección requiere el desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico que puedan ser utilizados en lugares de bajos recursos, la mejora de las técnicas de control de los vectores transmisores, nuevos medicamentos y, particularmente, el desarrollo de vacunas que permitan prevenir la parasitación. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de tiempo y esfuerzo dedicado a la implementación de una vacuna contra la leishmaniasis, en humanos ésta está aún fuera de nuestro alcance. Uno de los mayores obstáculos con el que tropieza este proyecto es que no se conocen con precisión los mecanismos inmunitarios que son necesarios para controlar la infección sin causar enfermedad en el paciente.

En el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, nuestro grupo de investigación trata de conocer cómo reacciona el sistema inmune frente a la infección por Leishmania, analizando cómo se activan y desactivan los genes de los órganos afectados por el parásito. Este conocimiento nos permitiría orientar la búsqueda de medicamentos más eficaces que ayuden a los enfermos a vencer a la infección y también a diseñar vacunas que puedan ser efectivas contra parásitos complejos.

La interacción del parásito con el órgano diana (hígado, bazo, médula ósea…), induce importantes cambios en el funcionamiento de los genes tanto del parásito como de la célula hospedadora. Con el fin de resistir la acción del sistema inmunitario del hospedador y colonizar sus tejidos, Leishmania modifica la expresión de muchos de sus genes, incluidos aquellos que participan en los procesos celulares más básicos. Del mismo modo, el organismo infectado intenta luchar contra el parásito iniciando respuestas inmunes innatas y adaptativas, que también implican modificaciones en la expresión de numerosos genes. El análisis de la expresión génica en los órganos infectados durante la leishmaniasis se presenta pues como una herramienta útil para identificar los mecanismos que controlan el establecimiento de la enfermedad y, por tanto, para diseñar estrategias racionales para el desarrollo de terapias inmunomoduladoras y de vacunas.

Los resultados obtenidos hasta ahora nos han permitido poner a punto un nuevo sistema para evaluar los cambios en la expresión de genes del sistema inmune durante la infección por Leishmania infantum, que permite caracterizar la respuesta del sistema inmunitario a la infección. Así, hemos podido determinar que la infección por L. infantum induce una respuesta inflamatoria ineficaz en los bazos de ratones infectados, debido al desarrollo de una respuesta inhibitoria del sistema inmune que favorece la persistencia del parásito. Este enfoque global de la respuesta inmunitaria nos ha permitido también identificar nuevas moléculas (biomarcadores) que hacen posible el seguimiento de la infección y la evaluación de la respuesta frente a ella. Estos biomarcadores podrían permitir la predicción de la infección o incluso la determinación de la carga parasitaria en los órganos infectados y el seguimiento de su reducción durante el tratamiento.

En estos momentos, nuestra atención está orientada a la determinación de los procesos inmunológicos que controlan la infección por L. infantum en los primeros días tras la entrada del parásito ya que, pensamos, es en ese periodo de tiempo cuando se sientan las bases inmunológicas que establecen cómo va a progresar la infección y se activan las señales que controlan el progreso de la misma.