Editorial

Fecha: 27/03/2019

La escena tuvo lugar en un año de la década de los 90 del siglo pasado, en el Salón de Grados de la Facultad de Ciencias de una importante universidad pública española. Los protagonistas son, por una parte, cinco Catedráticos de Universidad que forman parte de la Comisión de un concurso oposición para optar a una cátedra de universidad. Por la otra, una Profesora Titular de Universidad, madre de un hijo de 8 años, que se presenta como candidata a la plaza. La profesora acaba de exponer su currículo investigador en el que junto a la relación de las líneas de investigación que ha desarrollado, los múltiples proyectos que ha dirigido y la extensa serie de artículos publicados en revistas de su especialidad, refiere su participación como ponente en numerosos congresos y reuniones científicas celebradas en distintas partes del mundo a lo largo de los últimos diez años. Finalizada la exposición se inicia el turno de intervenciones a cargo de los miembros de la Comisión. Es entonces cuando uno de ellos se dirige a la candidata en estos términos: “Durante todos estos años ha desplegado un intensa actividad que le ha obligado a viajar mucho y por tanto a ausentarse de su casa: ¿no cree que esto le ha hecho descuidar la atención que como madre debe a su hijo?”

Esto le ocurrió a una colega, hoy Catedrática de Universidad e investigadora de enorme prestigio.

No se trata aquí de juzgar con los valores y la sensibilidad de hoy lo ocurrido hace más de 20 años. Pero sí nos puede servir para reflexionar sobre cómo ha evolucionado la percepción del rol de la mujer en el mundo de la investigación y la ciencia en nuestro país. Mucho camino se ha recorrido desde entonces, aunque también es cierto que mucho camino queda por recorrer, mucha igualdad por conseguir, muchos techos de cristal que romper como se ilustra en la portada de este número de HIPÓTESIS. Sirva como muestra un botón: las científicas son citadas en la prensa española un 20% aunque representan el 40% de la plantilla de los centros de investigación públicos y el 46% de las científicas consideran que han visto limitado su progreso profesional por cuestiones de género; las mismas que declaran sentirse penalizadas como investigadoras por ser madres.

HIPÓTESIS ha reunido en este número especial, monográfico dedicado a la Mujer y la Ciencia, el testimonio de un nutrido grupo de mujeres, científicas, investigadoras, profesoras universitarias. Testimonios en los que cuentan, en la mayor parte de los casos en primera persona, lo que en su momento les motivó a elegir la ciencia, su percepción sobre lo que ser mujer les ha supuesto en el desarrollo de su carrera como investigadoras y profesoras universitarias. Entre ellas las hay de trayectorias dilatadas junto a otras que tienen por delante mucho más camino que el ya recorrido. Hablan desde campos que van desde la genética a la fisiología o la ginecología, pasando por la lingüística, la astrofísica, la química, la ecología y la nutrición. Al lado de estas encontramos en este número a investigadoras en historia del arte, en arqueología y filosofía o gestoras de programas de innovación y desarrollo tecnológico y de la divulgación de la ciencia. De Canarias, pero también de otras regiones de España.

En este número, HIPÓTESIS reivindica la obra de una canaria, María de Betancourt y Molina, que en un medio poco propicio para la innovación tecnológica (Tenerife, siglo XVIII, mujer y madre) hizo aportaciones importantes y reconocidas en su momento a la incipiente industria de la seda que se desarrollaba entonces en Canarias.

En la sección Expediciones se hace un recorrido por alguna de las “intrépidas viajeras” que hicieron de Canarias objeto de sus exploraciones y estudios y dejaron constancia a través de sus escritos y de obra gráfica de la naturaleza de nuestros ecosistemas insulares.

Y tampoco falta un recorrido cinematográfico, a cargo de nuestros colaboradores del Aula Cassiopea de Divulgación de la Ciencia, por 13 películas protagonizadas por otras tantas mujeres, doctoras, científicas, expertas en campos tan distintos como la gravitación cuántica o la psiquiatría.

En fin, no pueden estar todas las que son, pero sin duda son todas las que están. De hecho, podemos afirmar que no hay tema o área de investigación en la que no podamos encontrar a mujeres que son referentes de sus disciplinas, testigos de la evolución que ha experimentado nuestro medio en lo que a la integración y la normalización de la mujer en la Ciencia se refiere.

HIPÓTESIS ha querido, en este primer número de su segundo año, rendir tributo al trabajo tantas veces solitario y silencioso, de las mujeres que han hecho y hacen ciencia y contribuir así a que en los centros de investigación y universidades de nuestra región y de nuestro país la pregunta de aquel catedrático suene como algo trasnochado, inaceptable, superado; para que las mujeres no tengan que elegir entre ser científicas o ser madres.

REDACCIÓN NÉSTOR TORRES DARIAS
DIRECTOR DE HIPÓTESIS