LA MEMORIA: LOS PECADOS DE UNA VIRTUOSA

FECHA: 23/12/20

María Ángeles Alonso

Decana Facultad Psicología y Logopedia

Universidad de La Laguna

En la mitología griega, la memoria, Mnemósine, es una diosa conocedora de los secretos de la belleza y del conocimiento que nace de la unión entre Urano (dios del Cielo) y Gea (diosa de la Tierra). De la unión de Mnemósine y Zeus nacieron, en parto múltiple, las 9 Musas, protectoras de las ciencias y de las artes. Esta relación mitológica refleja el hecho de que, para los griegos, la memoria era importante en todos los campos del saber y en todas las manifestaciones del arte.

En la actualidad, tanto expertos como legos están de acuerdo en que la memoria es una capacidad maravillosa de la mente humana, que desempeña un papel omnipresente en nuestra vida. Nos permite evocar conversaciones, reconocer sabores, recordar citas, adquirir y actualizar conocimientos. Sin ella no podríamos pensar, no recordaríamos el pasado y no podríamos tener planes de futuro.

Las investigaciones empíricas sobre la memoria han aportado datos que permiten atribuirle los calificativos de poderosa y flexible. La memoria es poderosa porque nos permite un almacenamiento “ilimitado” de información y es a la vez flexible, al ser capaz de utilizar múltiples estrategias que posibilitan la adquisición y posterior recuperación de la información. 

Pero, al mismo tiempo, otras evidencias muestran que la memoria también es frágil; se equivoca, comete errores. Algunos de estos defectos de funcionamiento o “pecados”, como los llama el psicólogo Daniel L. Schacter, están relacionados con la incapacidad para recordar una idea, un suceso, una fecha o, incluso, a una persona. Todos estamos familiarizados con los bloqueos u olvidos a los que nos somete diariamente nuestra memoria. En ocasiones el olvido se produce de forma rápida, en otras de forma más gradual. Y a veces, eventos que creíamos olvidados surgen de manera espontánea causando intrusiones con el recuerdo de otros eventos. 

Sin embargo, el olvido no es la única muestra de fragilidad de la memoria. Otras operaciones mentales pueden ocasionar experiencias mnémicas imprecisas o distorsionadas, lo que se conoce como falsos recuerdos: la información está presente, pero es incorrecta. Así, en ocasiones se puede tener un recuerdo que es en general correcto, pero inexacto en cuanto a detalles que pueden ser importantes. Incluso se pueden llegar a recordar episodios autobiográficos que nunca ocurrieron. En la psicología de la memoria es conocida la anécdota del psicólogo suizo Jean Piaget, quien durante mucho tiempo creyó haber sido víctima de un intento de secuestro cuando tenía 2 años, mientras paseaba por el parque con la niñera y que con su valerosa intervención evitó el rapto. Esta confesó, años más tarde, que había inventado dicho suceso. Pero a pesar de ello, Piaget recordó durante años ese episodio ficticio como si fuera real, con toda viveza y riqueza de detalles. 

A diferencia del olvido que va asociado a una sensación fenomenológica de falta de información, los falsos recuerdos van asociados a sensaciones de veracidad de lo recordado. Al evocar un falso recuerdo se tiene la sensación fuerte y sincera de que el recuerdo del evento puede estar incompleto, pero no que sea inexacto, o completamente falso.

Las investigaciones relacionadas con estas distorsiones se han convertido en un tema de gran interés en el campo de la memoria. Los datos obtenidos con diferentes técnicas de investigación como entrevistas, estudios de diarios, casos clínicos, sugestión, etc., confirman que los recuerdos autobiográficos pueden ser en ocasiones completamente falsos y, más frecuentemente, incorrectos en cuanto a detalles importantes en el contenido. 

En el laboratorio se han estudiado los falsos recuerdos utilizando una técnica (método Deese-Roediger-McDermott) que consiste en presentar listas de palabras (pera, plátano, melocotón, naranja…) que se relacionan fácilmente con una palabra crítica no presentada (manzana). El resultado habitual es observar niveles altos de falso recuerdo y falso reconocimiento de la palabra crítica no estudiada. Esto se produce, al menos en parte, por la relación semántica existente entre las palabras de la lista y la palabra crítica. La presentación de cada palabra de la lista activa en el sistema léxico/semántico, las representaciones de conceptos que no han sido presentados, pero que están relacionados con los realmente presentados. Entonces ¿por qué se producen las distorsiones? En contraste con nuestra intuición, el cerebro no suele registrar ni retener episodios de forma literal, como lo haría una cámara fotográfica. La memoria es, por naturaleza, constructiva y en ese proceso constructivo tomamos parte del pasado para formar un relato coherente que se convierte en nuestra memoria autobiográfica. En el acto mismo de recordar se generan construcciones mentales dinámicas donde intervienen factores relacionados con la información almacenada en la memoria, así como características propias de la situación en la que tiene lugar el acto de recordar. Citando a Gabriel García Márquez “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

La similitud entre episodios, el tiempo transcurrido desde que se codifica un evento y su posterior recuperación, el número de veces que se recupera, las expectativas y creencias sobre lo que pudo haber ocurrido, los estereotipos sociales, la información que llega con posterioridad al evento, o la presión social, son algunas de las variables que pueden contribuir a este tipo de errores o “pecados” de la memoria. Si bien en la mayoría de los casos estas distorsiones no tienen consecuencias serias, en ocasiones, se convierten en un problema. Por ejemplo, cuando en el sistema judicial el recuerdo de un testigo, con todas las imprecisiones que pueda tener, es suficiente para absolver o condenar a una persona. 

Aun así, estos errores de nuestra memoria no son reflejo de un funcionamiento defectuoso del cerebro. En realidad, son propiedades útiles y adaptativas porque contribuyen a disminuir la interferencia, a obviar detalles insignificantes manteniendo los aspectos esenciales y generales del episodio, permiten anticipar y responder a situaciones futuras al beneficiarse de las experiencias pasadas. 

Por eso, a pesar de todo, los pecados de la memoria son las necesarias consecuencias de sus virtudes y contribuyen a que ésta sea, como decía Ramón y Cajal, “el don más preciado y maravilloso de la vida”.