lunes 07 de julio de 2025 – 07:41 GMT+0000Compartir
FacebookXWhatsAppCopy Link
Pocas fórmulas empresariales expresan de forma tan esclarecedora una opción de valores como la cooperativa. “Como modelo de empresa se caracterizan (y se diferencian de las sociedades mercantiles) porque dan prioridad a las personas en términos de valor, más que al capital”, señala Cándido Román, profesor titular del Departamento de Dirección de Empresas e Historia Económica de la Universidad de La Laguna.
El gran reto del cooperativismo contemporáneo es encontrar un equilibrio entre la eficiencia y sus principios fundacionales, establecidos en 1844 en un pequeño pueblo británico llamado Rochdale. Allí, un grupo de 28 artesanos que trabajaban en las fábricas de algodón formó la primera cooperativa moderna: la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale. Más adelante, en 1895, se fundó la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), creada como el organismo federativo de todas las cooperativas del mundo. Por ello, desde 1995, con motivo del centenario de la ACI, cada primer sábado de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas.
Lejos de ser un modelo marginal, las cooperativas tienen hoy un papel protagonista en la economía global. “Hay más de 300 grandes cooperativas en el mundo que facturan cantidades astronómicas. Muchas de ellas en Canadá o Estados Unidos son auténticas multinacionales”, apunta Román. En España, el grupo Mondragón funciona como punta de lanza del movimiento cooperativo.
Sin embargo, hay sectores donde la cooperativa es clave sin necesidad de ser gigante. Es en el caso de la agricultura. “Prácticamente todo el sector agrario en España está en manos de cooperativas. La aceituna, las naranjas, el aceite… Sin ellas, casi no podríamos alimentarnos”, destaca.
El modelo cooperativo tiene una naturaleza dual, desde la sociología se analiza su naturaleza como les enfants terrible de la economía. Por un lado, debe satisfacer las exigencias del mercado y competir con otras empresas: ser rentable, generar ingresos y procurar beneficios para sus socios. Por otro lado, incorpora una dimensión social fundamental. “Deben ser empresas, tienen que ser eficientes, competir, generar beneficios, pero al mismo tiempo no pueden ignorar la cuestión social”, sostiene Román.
El cooperativismo debe entenderse dentro del ámbito del mercado. “A lo largo de los siglos ha demostrado que funciona, o al menos que hay una parte significativa de la sociedad que lo abraza”, afirma.
Sociedades Agrarias de Transformación
Las cooperativas tienen un papel fundamental en la economía social. Sin embargo, también es importante reconocer otras fórmulas asociativas que, aunque menos conocidas, cumplen funciones similares en el ámbito agroalimentario. Una de ellas son las Sociedades Agrarias de Transformación (SAT), con una implantación potente en Canarias. En el archipiélago, las cifras hablan por sí solas: existen unas 380 SAT activas, frente a 76 cooperativas. Aunque ambas buscan mejorar la posición de las personas en el mercado, su naturaleza jurídica y organizativa es muy distinta.
Las cooperativas se rigen por principios democráticos como el de una persona, un voto, independientemente de la aportación económica o productiva de cada socio. En las SAT, el peso del voto puede variar según el número de hectáreas o el volumen de producción aportado por cada miembro.
Además, mientras que las cooperativas suelen tener una dimensión más normativa y están reguladas por la legislación cooperativa, las SAT fueron diseñadas como un modelo más ágil y adaptado a las necesidades del sector agrícola, especialmente tras la entrada en vigor de la Política Agraria Común de la Unión Europea en los años 80. De hecho, las SAT surgieron en 1984 para sustituir a los antiguos Grupos Sindicales de Colonización Agraria del periodo franquista, que ya no respondían a los nuevos requerimientos europeos.
Su flexibilidad organizativa ha facilitado que, en Canarias, muchas bodegas familiares, especialmente en el norte de Tenerife, adopten esta figura jurídica. “Por ejemplo, si tu padre tiene una bodega en Tacoronte y tu primo también quiere participar en el proyecto, ambos pueden formar una SAT”, señala Román. Incluso grandes operadores como la SAT FAST, con cerca de 300 empleados y varias plantas de maduración a nivel nacional, utilizan este modelo con éxito.
Cándido Román
Cátedra Cajasiete de Economía Social y Cooperativa
Creada en 2017 en la Universidad de La Laguna, la Cátedra Cajasiete de Economçia Social y Cooperativa (CESCO) ha sido un motor del cambio, en un momento en que la economía social era todavía una gran desconocida en Canarias. “Nació con vocación autonómica”, explica su director, Cándido Román. “En Gran Canaria no existía nada parecido, así que fuimos a presentarla tanto en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria como en la ASESCAN”, agrega.
Desde entonces, la cátedra ha promovido congresos, desarrollado líneas de investigación y, sobre todo, acompañado la creación de nuevas cooperativas, como Oficina de Innovación Cívica, una iniciativa que combina diseño, arquitectura y urbanismo participativo.
Además, cuenta con grupos de investigación consolidados con excelentes resultados a nivel de publicaciones de impacto y con reconocimientos de premios de publicación como el otorgado al grupo de cooperativas agroalimentarias. La responsabilidad social corporativa en donde además de las publicaciones en revistas JCR, la Universidad de La Laguna encarga a este grupo la elaboración de las memorias anuales de la Responsabilidad Social Universitaria, el de la contabilidad social, con excelentes resultados de publicación y de estudios de caso en empresas canarias de economía social y, por último, la línea de trabajo del análisis jurídico y legislativo desarrollado por profesorado de Derecho.
“La cátedra también ha permitido reunir a más de 40 personas de distintas disciplinas, como economía, derecho, sociología o ingeniería agrícola, en un equipo interdisciplinar”, indica Román. Asimismo, se ha convertido en un espacio de formación práctica para numerosos estudiantes, que han participado en tareas de investigación, gestión de bases de datos, análisis normativo y comunicación.
Su papel institucional también ha sido fundamental. Ha colaborado con el Servicio Canario de Empleo en la elaboración de propuestas legislativas, entre ellas la Ley Canaria de Sociedades Cooperativas de 2022 y la Ley Canaria de Economía Social.
La cátedra cuenta con un Consejo Asesor plural formado por empresas, cooperativas, SAT, redes educativas y administraciones públicas. Entre sus miembros se encuentran Coplaca, Global de Gran Canaria, Cofarte, SAT El Jable, Colegios Echeyde, la Red Anagos, el Cabildo de Tenerife, la Viceconsejería de Empleo del Gobierno canario y, por supuesto, Cajasiete, que ha financiado esta iniciativa desde su inicio. Como cooperativa de crédito, Cajasiete ha sido un ejemplo de resiliencia, creciendo incluso en los años más duros de la crisis financiera.
Uno de los avances más satisfactorios en estos años ha sido la incorporación de la economía social en la formación universitaria. En 2017 apenas aparecía en los planes de estudio de las universidades públicas canarias. Hoy, tras años de trabajo, la situación ha mejorado significativamente.
Así lo muestra un estudio reciente de CESCO que compara la situación inicial con la actual. Para ello, se ha analizado de forma detallada la oferta académica: asignaturas, másteres, cursos de doctorado y títulos propios, identificando dónde se aborda la economía social. Asimismo, recientemente, se ha completado el Título de Experto en Economía Social, desarrollado junto a la Fundación General de la Universidad de La Laguna.
Contabilidad social,
Uno de los grupos de investigación relacionados con la cátedra trabaja en contabilidad social, una herramienta que busca cuantificar el valor social que genera una empresa, más allá de sus resultados económicos. “Lo que hacemos, aunque parezca una contradicción, es ponerle número a lo intangible, a lo invisible, a lo inmedible”, explica Román.
Este enfoque, cada vez más valorado por las administraciones públicas, permite evaluar el impacto real que poseen las empresas en su entorno. “Muchas veces ni la propia empresa lo sabe. Pero genera valor social, y eso se puede medir”, afirma.
Este método complejo fue desarrollado por José Luis Retolaza en la Universidad de Deusto, con aportaciones también de investigadores estadounidenses. A través de indicadores y procedimientos técnicos (los proxies), permite traducir en cifras cuestiones como la cohesión social, la sostenibilidad o la creación de empleo digno.
El modelo cooperativo también ha encontrado su espacio en el turismo, sector fundamental en Canarias. Existen experiencias de cooperativas turísticas que apuestan por un enfoque más sostenible, respetuoso y cultural, alejado del turismo de masas.
Un ejemplo destacable es Cooproute, una iniciativa europea que promueve el turismo ecológico en zonas rurales. Con este programa, los visitantes recorren pueblos donde las cooperativas agrarias, algunas decimonónicas, son el corazón de la vida local. “En muchos casos, sin la cooperativa, el pueblo no existiría, y viceversa”, explica Román. “Todo el mundo está implicado: desde el alcalde hasta las personas mayores del pueblo”, agrega.
Redes sociales internas
Otro aspecto fundamental para entender el éxito y la sostenibilidad de las cooperativas es el estudio de sus redes internas, es decir, las relaciones entre los socios. “Hemos trabajado un artículo sobre las redes internas, que analiza cómo se relacionan los miembros dentro de la cooperativa y cómo esto influye en su funcionamiento”, explica Román.
El artículo titulado “El comportamiento estratégico de las cooperativas: su ciclo adaptativo” recibió el premio al trabajo con potencial de mayor impacto presentado a REVESCO. Revista de Estudios Cooperativos durante el curso 2024-2025. Sus autores, Ana M.ª García, Vanessa Yanes y Cándido Román, investigadores del Departamento de Dirección de Empresas e Historia Económica, junto con Enrique González, de Matemáticas, Estadística e Investigación Operativa, analizan variables como la edad, el género, el nivel de capacitación o el volumen de producción aportado por cada socio en una cooperativa.
Una de sus conclusiones señala que, a nivel nacional e internacional, las cooperativas españolas suelen ser penalizadas por su menor tamaño productivo en comparación con cooperativas de países como Holanda o Dinamarca, que, aunque cuentan con menos socios, manejan volúmenes de producción y facturación mucho mayores. “No obstante, en Canarias esta relación entre tamaño y eficiencia no está tan clara, porque lo pequeño tiene un plus añadido”, explica Román. Esto se debe, en gran parte, a la calidad de las redes internas, al capital social que mantiene unida y dinámica a la cooperativa. “Dependiendo de cómo se gestione ese capital social, la cooperativa podrá tomar un camino u otro”, sostiene.
Inés Ruiz.
Enseñar para emprender
Con el objetivo de impulsar el emprendimiento desde edades tempranas y promover valores como la cooperación, la responsabilidad y la solidaridad, Inés Ruiz, profesora titular y actual decana de la Facultad de Economía, Empresa y Turismo, decidió implementar el modelo cooperativo como metodología para el proyecto Enseñar para Emprender (EPE). Esta iniciativa, impulsada por la Fundación General de la Universidad de La Laguna, comenzó a tomar forma alrededor de 2008-2009, cuando Ruiz y su equipo asumieron el servicio de apoyo al emprendimiento y empezaron a buscar nuevas formas de abordar la educación emprendedora.
Ruiz se inspiró por un proyecto que se llevó a cabo en el Valle del Nalón, en Asturias, liderado por José Manuel Pérez Díaz, conocido como Pericles, quien fue reconocido por la mayor red de emprendimiento social del mundo y una organización referente en la innovación social, Ashoka, como emprendedor social. Decidieron adaptar esa experiencia a la realidad canaria, dando vida a EPE, una iniciativa que introduce al alumnado en la cultura emprendedora a través de la creación y gestión de cooperativas escolares.
Durante un curso escolar, el estudiantado, de entre 9 y 12 años, trabaja en equipo para idear, desarrollar y comercializar productos, que finalmente presentan al público en un mercadillo. A lo largo de esta experiencia, el alumnado asume diferentes roles como tesorería, comunicación o producción, solicitan préstamos simbólicos, gestionan permisos municipales, elaboran balances y, al final, donan sus beneficios a una organización no gubernamental de su elección, fomentando así la conciencia social y el compromiso con la comunidad.
“La cooperativa ofrece una estructura que enseña a colaborar, a llegar a consensos y a repartir responsabilidad, lo que no solo impulsa el aprendizaje académico, sino también las habilidades interpersonales y el tejido humano”, explica Ruiz. Además, el proyecto ha ido incorporando pequeños elementos que reflejan la realidad local, como la participación de personas mayores (abuelos y abuelas) o el análisis económico-financiero de los resultados finales.
Más allá de la experiencia práctica, el proyecto EPE también ha contribuido al conocimiento científico. En la investigación “Apoyo familiar a la actividad emprendedora de los jóvenes en Canarias” se pueden extraer conclusiones como la importancia del entorno familiar en el fomento del emprendimiento juvenil. Por ejemplo, se observa que, aunque solo un 30% de los progenitores se inclinan por el trabajo por cuenta propia, este porcentaje resulta significativo. Además, muchos padres se muestran optimistas cuando se les pregunta si estarían dispuestos a apoyar la idea de que sus hijos se conviertan en emprendedores. Esta actitud parece estar influenciada por la experiencia previa de emprendimiento en la familia y por la edad de los hijos, ya que a medida que crecen, reciben más respaldo de sus padres.
Ruiz sostiene que las cooperativas no solo son importantes como herramientas educativas, sino que también pueden tener un rol fundamental porque supone el esfuerzo de muchas personas. “En un mundo cada vez más colaborativo, las cooperativas ofrecen una alternativa real al modelo individualista”, afirma. Además, ejemplifica: “En lugar de pensar ‘yo tengo el poder porque tengo la información’, debemos enfocarnos en compartir y generar valor juntos. Cuando mi entorno mejora, yo también lo hago”.
Actualmente, el proyecto EPE ha realizado más de una docena de ediciones y es solicitado directamente por las escuelas, que han visto su impacto positivo. Lo que comenzó como una propuesta innovadora se ha transformado en una estrategia educativa integral que forma una ciudadanía comprometida con su comunidad.
NOTA: Este reportaje es una iniciativa enmarcada en el Calendario de Conmemoraciones InvestigaULL, proyecto de divulgación científica promovido por la Universidad de La Laguna.
Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)
Archivado en: ReportajesEtiquetas: Ciencia y Sociedad, Día Internacional de las Cooperativas, Cándido Antonio Román Cervantes, Carmen Inés Ruiz de la Rosa, Julio, 2025
Doctor por la Universidad de Murcia con la tesis Transformaciones agrarias en la comarca del campo de Cartagena (SS. XIX-XX) 1992. Dirigida por Dr/a. María Teresa Pérez Picazo.
Dirección de Empresas e Historia Económica
croman@ull.es
Es Diplomada en Ciencias Empresariales, Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de La Laguna y Máster en Ciencia, Tecnología y Gestión del Agua por la Universidad de Salamanca. Actualmente es profesor titular del Departamento de Economía, Contabilidad y Finanzas. Ha ocupado diversos puestos de gestión dentro del ámbito universitario y desde el 2016 es directora de la Cátedra Fundación DISA de Jóvenes Emprendedores de la Universidad de La Laguna. Ha participado y dirigido varios proyectos de innovación docente en la Universidad de La Laguna vinculados con el fomento de la actitud emprendedora entre el alumnado desde el curso 2010/2011 hasta la actualidad, alguno de los cuáles han recibido premios y reconocimientos.
Economía, Contabilidad y Finanzas
ciruiz@ull.es